A veces la vida puede ser engañosa. No nos damos cuenta que, de tanto estarla viviendo así nada mas porque si, se nos esconden las mejores partes. Y en realidad no es que se escondan, la vida se presenta de manera simple, espontanea, cruda… hermosa. Nunca se tienta el corazón para ensartarnos cualquier situación adversa o maravillosa, a veces pienso que no le interesa lo que nosotros pensemos al respecto. Literalmente hace lo que se le da la gana.
Entonces, si a la vida le importa un comino lo que nosotros pensemos, la moneda siempre está de nuestro lado. Decidimos subirmos a su tren, o no, y cualquiera que sea nuestra decisión, al final siempre termina haciendo su santa voluntad. Esto pudiera parecer injusto, arrogante, malvado o hasta simple, pero creo que deberíamos de estar más que agradecidos por eso.
Existen miles de frases motivadoras, videos invitándonos a no rendirnos, libros que nos prometen el santo grial de la felicidad, religiones que nos garantizan el descanso eterno si aprendemos a vivir, y así, tantas y tantas cosas que pareciera que siempre estamos en una lucha constante en contra de la vida. Sin embargo, la vida continúa con su quehacer.
Y si el ser humano ha prevalecido todos estos años y seguramente lo hará por muchos más, es por ese deseo imbatible de vivir. Si nos vamos a lo básico le llamaríamos instinto de conservación, pero eso quedaría solo para los animales y aun así lo dudaría. No, nuestro instinto va mas allá de lo meramente conservacionista, nuestra mente nos obliga a la lucha de no doblegarnos y nuestro corazón nos impulsa con la tenacidad de la fe.
Confiamos en nosotros mismos para poder vivir la vida así como la deseamos, así como la imaginamos, dándole entrada a ese instinto raro de querer siempre ganarle no importa lo que nos cueste, no importa lo que tengamos que hacer. Cada situación difícil será enfrentada con el grado de valentía e inteligencia que decidamos o que podamos, para que al final simplemente, vivamos.
Así es la vida