¿Sueñas en grande?
Empecemos con lo más sencillo y desde el principio. ¿Sueñas? ¿Realmente lo haces? Y no hablo de cuando estas dormido y tu mente inconscientemente vuela fuera de este mundo y genera estados maravillosos de conciencia irreal… no, ¿realmente te quedas con la mirada perdida en el infinito cuando estas despierto? ¿Tu imaginación vuela y se pierde en pensamientos placenteros, recreando escenarios posibles y fantásticos en donde tú eres el principal actor?
Todos creo que en algún momento lo hemos hecho, pero el verdadero secreto está en lo recurrentes que son estos sueños y sobre todo en lo consientes que estamos de hacerlo. Ese es el principio de empezar un cambio y un aprendizaje real, estar consientes que soñamos, y caer en la cuenta de que realmente queremos soñar.
Tristemente la mayoría de la personas no lo hace, y se les nota. Haz este ejercicio de observación: un día cualquiera sal a la calle y pon atención, observa a las personas, trata de leer en sus ojos su grado de felicidad, a la cajera que te entendió en el banco, al señor parado esperando el camión, al vendedor de la calle, a tu pareja, a tus hijos, a tus padres, a todos con los que te topes en tu día; obsérvalos, no solo los mires. Intenta adivinar cuales serian en ese momento sus sueños, sus anhelos y su futuro. Si eres buen observador te darás cuenta que lo que hay en la mirada de la gente día a día es ausencia de sueños. Esa ausencia de sueños que sin darnos cuenta nos hunde en una espiral cómoda, cotidiana, mecánica y mediocre. Y cuando llega la frustración empezamos a echarle la culpa a todo, a la modernidad, a los medios electrónicos, a la política, a la economía… a todo. Todos son culpables de que no se cumplan mis sueños, es más, todos son culpables de que ni siquiera sueñe. Y esa espiral de “maldita suerte la mía” sigue creciendo hasta que se nos enquista en el alma y nos doblega.
Entonces, ¿sueñas? O solo “continuas” con tu vida dejándola pasar y gastándose de a poquito?