Dicen que cuando empiezas la segunda mitad de tu vida, las cosas se ven de diferente manera. Tus expectativas cambian, tu criterio se hace más agudo y preciso y tu manera de ver la vida se vuelve un tema importante.
Para mí, ha sido una evolución de lo que debía de ser. Mi formación personal se la debo a mis padres y siendo totalmente sincero, fui privilegiado. Mi formación académica dependió de mí, y mi formación profesional y de empresa ha sido un camino largo y de mucho aprendizaje. Todo esto unido me ha llevado a este punto en el que me encuentro. Darme cuenta que una de mis grandes pasiones en esta vida es “transmitir conocimientos y experiencias que a otros les puedan servir”. Me gusta enseñar.
Durante 12 años fui maestro a nivel universidad. Daba clases de negocios, pensamiento creativo, turismo, emprendimiento, etc. Compartí con mis alumnos mis vivencias como empresario y les transmitía ese gusto por hacer lo que me encantaba, quería que ellos pudieran sentir lo mismo con sus pasiones. Me emocionaba cuando mis platicas daban frutos, cuando dejaba huella en ellos haciéndolos mejores personas, más capacitadas, mas motivadas para su vida futura. Prácticamente absorbía su energía y entusiasmo, y al final el más beneficiado siempre era yo. Mi proceso de aprendizaje y preparación estaba en curso.
Los negocios han sido todo en mi vida profesional, me he dedicado a ellos desde que tengo uso de razón, he tenido y tengo muchos sueños, sueños en grande. El aprendizaje ha sido mucho, pero muy duro de aprender, los fracasos y desalientos ha sido una constante siempre. Esto ha abonado en gran medida en la formación de mi carácter, en el pasado no se hablaba mucho de la motivación empresarial ni de conseguir tus metas ni mucho menos de cómo hacerle para ello.
Siempre he pensado que los empresarios son una clase de personas raras. Soñadoras, tercas, imbatibles, con pensamientos “out of the box”, y que no todos nacieron para eso, claro que con estas características es difícil vivir y salir adelante en un mundo plagado de conformismos. Y no todos lo hacen, muchos se quedan en el camino por falta de “gasolina”, pero hay otros que no se rinden y que persiguen sus sueños a costa de lo que sea y lo logran.
Yo he sido uno de esos empresarios que no se han rendido y créanme que ha sido muy, muy difícil no hacerlo. Es ahí, en esta etapa de mi vida donde caigo en la cuenta de muchas cosas que he pasado por alto en mi camino, que no he estado atento a ver lo que necesitaba ver, de hacer lo que necesitaba hacer. Pero la vida me ha golpeado de tal forma que es casi imposible pasarlo por alto, toda esa experiencia adquirida, ese conocimiento acumulado quiere salir y ayudar a otros.
Es aquí donde comienza mi propósito con este blog… transmitir y enseñar.